"No ha sido fácil porque, aunque no somos molestia para mis papás, necesitamos nuestro espacio. Yo llevaba años buscando una casa para comprar, porque ya no quiero alquilar más. Pero no hay vivienda asequible, mucho menos con un sueldo de madre soltera. El día que recibí la noticia de que había cualificado para comprar la casa del barrio Caracoles, fue una señal de que todo iba a estar bien. Cuando entramos por primera vez, el nene corrió por toda la casa y me abrazó llorando, fue bien emocionante. El voluntariado con Habitat Puerto Rico, fue una experiencia bien bonita y gratificante, y los talleres me ayudaron a entender el proceso de compra de un hogar en Puerto Rico. Doy gracias a Dios y luego a Habitat por este sueño hecho realidad”.